domingo, 19 de abril de 2009

Villamor

Harvey Milk y Donald Hessler son dos personajes que el pintor conoció y con quienes trabajó por esas circunstancias que sólo pueden darse en la compartición de ideas. Milk es ahora conocido ampliamente por la película que dirigió Gus Van Sant y donde Sean Penn interpreta a ese importante luchador de los años setentas; pero de Hessler poco sabíamos, hasta que la antropóloga Luz del Carmen Vallarta realiza una detallada investigación que nos sorprende por la importancia del trabajo de los misioneros de Maryknoll en Bacalar.

Él, con su arte y sus ideas, había participado y eso es lo fundamental. Lo mismo abrazó la consigna de aquel movimiento que cimbró la moral norteamericana y que decía “el objetivo son aquellos inseguros y temerosos de ellos mismos”; que igual se había sumado a aquella comunidad que concebía que el laicado debe tener un papel más activo en la iglesia. Es un artista que se ha vinculado, se ha comprometido con la lucha de las minorías. Es de los que sufren con la injusticia.

Manuel Villamor nació en el verano de 1928 en Corozal, Belice. “Crecí inmerso en una atmósfera de frontera, rica en diversidad cultural, con raíces mexicanas, predominantemente mayas”. Sin embargo, buena parte de su vida la ha distribuido entre ciudades de Norteamérica, Inglaterra y México. Es un hombre de mundo que ahora alterna la pintura con la siembra y cuidado de plantas y árboles de vid, pistache y nuez de la India. Radica y vive discretamente en un suburbio de Chetumal, la capital de Quintana Roo.

Luego de recibir las enseñanzas de los jesuitas del Saint John’s College de Belice, Villamor coquetea con el diaconado y casi lo logra; tan cerca estuvo de aquel acto que llegó a pronunciar en perfecto latín su discurso de despedida de aquel seminario en Puebla. Pero algo pasó y en su escape termina marchando en las filas del ejército norteamericano: cambió el hábito por la guerrera. Aunque esta experiencia no duró mucho tiempo, es aquí donde el espíritu artístico se le manifiesta y bajo los auspicios de la army participa en su primera colectiva con la obra The city.

A finales de la década de los años cincuenta, en plena guerra fría y ya sin el uniforme militar, el nacido en la British Honduras cruza el Río Charles y aplica para ingresar al Harvard College. Es aceptado sin mayor problema para cursar el Bachelor of Arts.

Pero en esos años, seguramente influenciado por la revolución contracultural que encabezó Andy Warhol y Allen Ginsberg, Manuel Villamor decide estudiar en la Cooper Union de New York, el lugar propicio donde podía desarrollar sus valores y tendencias que ya chocaban con lo establecido por la sociedad de esos tiempos. Se perfilaba claramente su visión y participación en el mundo que inició con su educación jesuítica.

Luego de concluir sus estudios en aquella escuela para “el desarrollo de las ciencias y las artes”, Manuel es aceptado para perfeccionar conocimientos e impartir cursos en The Ruskin School de Oxford y en la University of California. Hasta ahí decide que su preparación académica como artista plástico está concluida y comienza a desarrollarse profesionalmente y a participar en proyectos sociales que fueron trascendentes.

No es claro a quién conoció primero y quién fue el que lo invitó a participar en el proyecto comunitario de Bacalar. ¿Fue en alguna calle de Brooklyn donde se topó con la periodista católica, de tendencias anarquistas, Dorothy Day?, ¿o en algún pasillo o refectorio habrá oído hablar de Donald Hessler, aquel misionero, exprisionero de un campo de concentración japonés, miembro de la sociedad Maryknoll y amigo de Sergio Méndez Arceo?

En 1997, Luz del Carmen Vallarta Vélez publica ¿Puedes hacer que las paredes hablen? El Maryknoll en Bacalar, Quintana Roo. 1950-1960, un impecable trabajo que presenta en el XX Meeting of Latin American Studies Association, en Guadalajara, Jal., en abril de aquel año. En el documento se describe la historia de la Sociedad Católica Americana de Misiones Extranjeras, mejor conocida como Maryknoll, su arribo a Quintana Roo en 1942 y el trabajo que realiza Donald Hessler en Bacalar.

Estos misioneros eran una avanzada contra la expansión de los grupos protestantes, pero tenían la particularidad de capacitar a los creyentes en el manejo de cooperativas, de crear uniones de crédito, de operar medios de comunicación y de enseñar diversos oficios. Así lo hicieron en Felipe Carrillo Puerto –fue el primer grupo católico que ocupa la abandonada iglesia de los mayas rebeldes, la llamada Balam Nah-, en Tihosuco, Cozumel y Bacalar. En ese entonces, el Territorio de Quintana Roo estaba habitado por 18 mil personas.

Hessler llega a Bacalar en 1949 y con el apoyo e influencia de intelectuales y artistas como Dorothy Day y Ade Bethune realiza un trabajo comunitario que involucra a poblados del Río Hondo y de la hoy zona limítrofe con Campeche. Es a finales de la década de los años 50s cuando participa Manuel Villamor en este proyecto.

“Participé en la elaboración de un mural que realizaron artistas de Nueva York en la iglesia de San Joaquín. Yo pinté en la sacristía y creo que aún se encuentra la obra, pero el mural de la nave principal fue mandado a borrar por el obispo de Campeche, quien acusaba de comunista a Hessler, a su labor y al grupo de trabajo. En castigo, a Donaldo lo mandaron a Zoh Laguna y luego a morir a México, pues estaba enfermo de los pulmones”.

Pocos años después de esa experiencia, Villamor regresa a los Estados Unidos de Norteamérica. Se establece en San Francisco, donde coordina talleres de diseño y dibujo para las minorías de inmigrantes, da cursos en el California Community College, realiza exposiciones y pinta murales. Fue también la época donde conoce a la sociedad homofóbica, conservadora, poco democrática y persecutoria de aquel país. Y es cuando decide integrarse al movimiento que encabeza Harvey Milk.

“Participé en los mítines, en las marchas y diseñando e imprimiendo propaganda política para que Harvey lograra conquistar el puesto de Supervisor por el Quinto Distrito en San Francisco. No fue fácil. Los católicos irlandeses son terribles, son los talibanes del catolicismo y su conservadurismo, sumado a la fuerte campaña que en la televisión hacía Anita Bryan, nos derrotaron en tres ocasiones, en tres campañas, pero al final ganamos”.

“Harvey era un líder muy preparado, no era un exhibicionista. Había sido agente de seguros y eso le ayudó en su imagen y en la manera de convencer a la gente. Recuerdo aquellos días de mucha actividad en el vecindario Castro, lugar donde estaba la sede del movimiento. Como Supervisor impulsó algunas reformas y las ganó. Milk y el Alcalde Moscone fueron asesinados por White, otro Supervisor. Fue tan cruel la justicia, que al asesino lo condenaron por unos cuantos años. Fue algo triste, pero mucho se ganó en las legislación de California y de otros estados.” Y esto último es inobjetable: Milk llevó a la discusión las identidades y las preferencias sexuales y pudo concretarlas en el terreno de las políticas públicas.

Manuel Villamor es un pintor, un artista respetado y conocido por su obra. Ahora prepara una gran exposición retrospectiva y cuida junto con el curador de la Secretaría de Cultura todos los detalles: quiere hasta estrenar el día de la inauguración una obra coral a cuatro voces… “es algo que tiene de gregoriano, pero obviamente no es monódico, es algo diferente”.

No cabe duda que hasta en la música, Villamor quiere ser y es una persona particular, excepcional. “Todos los artistas somos presuntuosos o divas, porque somos los únicos que interpretamos y damos belleza a este mundo tan injusto e inequitativo. Aquel artista que lo niegue, sabe que esta mintiendo”.