sábado, 30 de marzo de 2013

Sobre la diversidad cultural

La principal amenaza del fenómeno de la globalización económica fue, en un principio, terminar con la diversidad cultural.  Pero no ha sucedido así, por el contrario, todo indica que en la lucha de las identidades la homogeneidad cultural no está ganando la batalla, en esto estoy de acuerdo con Héctor Díaz-Polanco. Bajo formas étnicas, religiosas o regionales, se da un colorido identitario y cultural amplio y diverso. Y Quintana Roo no es ajeno al fenómeno.

Si buscáramos una imagen adecuada, Quintana Roo se asemeja a ese movimiento cardíaco de la sístole, de contracción, de atracción de diversos grupos de migrantes que portan en sus maletas particulares ropajes culturales que conviven con la vieja cultura maya del lugar. De ese fenómeno resulta una diástole, una convivencia relajada de diversas culturas, de una amalgama que es la característica particular de la identidad de esta entidad.

Recientemente se publicó, en coordinación entre la Secretaría de Cultura y la Universidad de Quintana Roo, el libro Diversidad cultural en Quintana Roo. Ensayos sobre religión y cultura maya, obra que coordinó Antonio Higuera Bonfil y en el que participan con ensayos, con estudios de caso, Gabriel Vázquez Dzul, Manuel Buenrostro Alba, Gilberto Avilez Tax, Alesio Zanier  e Higuera Bonfil.

Como bien señala la introducción del documento, desde el surgimiento del Territorio Federal de Quintana Roo, allá en 1902, el espacio ha sido un crisol cultural.  Varios grupos humanos se han asentado en un lugar que era ocupado exclusivamente por el mayoritario grupo indígena maya. De diversos lugares del país y del extranjero han llegado.

El libro aborda dos aspectos que nos muestran algunos de los rostros culturales del sur y el centro del estado: la religión y los derechos indígenas.  El trabajo de estos dos ejes temáticos nos permite conocer, por un lado, cómo la diversidad de creencias religiosas  en la ribera del Río Hondo y en dos comunidades de campesinos migrantes no genera tensión social, sino alteridad y adaptación cultural. Por otro lado, el eje temático de los derechos indígenas nos lleva a conocer realidades que están por encima del debate de la diferenciación de derechos entre ciudadanos mexicanos y el de los pueblos indígenas.  En una legislación alternativa, los derechos indígenas se materializan y permiten acciones concretas como la valoración de los llamados usos y costumbres y la preservación de la lengua. 

El ensayo Frontera México-Belice. Radiografía religiosa, de Antonio Higuera, es resultado de un trabajo realizado en 18 comunidades asentadas en la ribera del Río Hondo. El estudioso se guía por preguntas como saber el crecimiento de la diversidad religiosa y la historicidad de esa pluralidad.  Sus resultados cuantitativos hablan de porcentajes de católicos y cristianos no católicos y cómo estos los determina la migración; analiza cada congregación y centros de culto, así sus “grados de maduración” y su presencia histórica en la frontera.   

En este punto, agregaría que los cambios en el mercado de las creencias pueden también atribuirse a una progresiva crisis de la iglesia católica, crisis que llegó incluso a la reciente renuncia del máximo dirigente en el Vaticano. Y me quedo con una pregunta: ¿las reformas a la Ley de asociaciones religiosas y culto público en 1992, alentaron la diversidad y crecimiento de organizaciones religiosas  o simplemente las legitimaron?

El trabajo de Gabriel Vázquez Dzul, Comer y creer. El dilema cultural de la comensalidad y la religiosidad entre poblaciones indígenas del sur de Quintana Roo, es denso en conceptos antropológicos y sociológicos, los cuales son contrastados con dos ejemplos etnográficos para tratar de hacer una etnografía aplicada, relacional y holística.   Parece, sin embargo,  que las ideas dicen más que el material.
 
Vázquez muestra un andamiaje teórico sólido. Se notan horas de lectura sobre diversos autores para explicarnos cómo ciertos rituales agrícolas, como el cambio-mano de kekchís de San Isidro La Laguna y el cha’aa chaak de migrantes campesinos yucatecos de Nuevo Sinaí, pueden ser analizados desde relaciones interétnicas e interreligiosas a través de comidas rituales.  Los sistemas simbólicos de origen étnico  son utilizados sin importar la adscripción religiosa evangélica de los practicantes. Se trata de un ejercicio etnográfico y de teoría antropológica que busca cumplir con las perspectivas  etic-emic.

El ensayo Las mujeres mayas frente al sistema de justicia indígena de Quintana Roo, de Manuel Buenrostro Alba,  es un trabajo interesante, bien armado y argumentado. Se dedicad a una amplia revisión de la producción teórico metodológica que del derecho indígena se ha producido en los últimos 25 años  y a exponer el resultado del trabajo de campo realizado en 17 comunidades mayas del centro de Quintana Roo.

Recuerda que posterior al levantamiento indígena de 1994, el estado mexicano introduce cambios al artículo 4º constitucional,  y a nivel estatal las legislaciones de Oaxaca y Quintana Roo legislan sobre los derechos indígenas. Sin embargo, el investigador señala que estas reformas se dan con la llegada del neoliberalismo,  el cual es un conjunto de políticas que impiden que los pueblos indígenas sean reconocidos como sujetos de derecho y lo único que se les otorga es un derecho limitado envuelto en un multiculturalismo neoliberal.

Los derechos de los pueblos indios en México es el título del trabajo del joven académico Gilberto Avilez Tax. Su reflexión y su pluma transita por las mismas aguas que el trabajo de Manuel Buenrostro, comparten algunas lecturas, pero con ciertas diferencias.   En Avilez se nota un análisis con una perspectiva política e histórica y de escala nacional;  más intelectual, tal vez.

Describe y analiza el concepto y  la formación del estado-nación como un modelo hegemónico y uninacional y apoyado en una estructura jurídica, de poder y cultural y retoma la postura crítica que el historiador Charles Hale hace a los reconocimientos constitucionales de los pueblos indios, una retórica del reconocimiento desde el ya mencionado multiculturalismo cultural, donde se elabora un “indio permitido” y se excluye el derecho de la autonomía. Avilez Tax considera que, a nivel estatal, los derechos indios que surgieron en la década del pasado siglo, cuando se notaba una situación de reclamos y postulados, supondrían rupturas “epistemológicas y políticas” al pasar de un estado homogéneo a un estado plural;  esto terminó en posturas oficiales de simples reconocimientos.

El investigador asume la postura, luego de exponer los diversos conceptos elaborados por especialistas, de que no se debe reducir el derecho de los pueblos indios a una normatividad de subordinación jurídica, sino que se deben atender las normas y proclamas de intelectuales y movimientos indígenas para establecer un nuevo pacto constitucional entre el Estado y los pueblos indígenas.   

El libro Diversidad cultural en Quintana Roo. Ensayos sobre religión y cultura maya cierra con el ensayo La preservación de la lengua y cultura maya: el caso de Tihosuco, Quintana Roo,  de Alesio Zanier.

Es un trabajo que se apoya en fuentes documentales y entrevistas con promotores e intelectuales indígenas para “llegar a conocer”,  dice el autor,  las diferentes formas y estrategias que se utilizan para preservar la cultura y la lengua maya en el poblado maya de Tihosuco. Zanier pretende con este trabajo “identificar ejemplos de resistencia cultural frente a las embestidas de los patrones culturales predominantes y definir la tipología de esta resistencia”. Se trata de un trabajo de registro etnográfico enfocado a mostrar a una comunidad que resiste culturalmente a los efectos de la globalización. 

Los escritos aglutinados en este texto son resultados de estudios y nos corresponde leerlos de manera reflexiva y aprovechar esta producción de conocimientos que permiten entender dinámicas sociales muy diferentes a las acompañan a la actividad turística del norte de Quintana Roo.

Conocer y leer la investigación social que se realiza actualmente en Quintana Roo, es ir agregando conocimiento a la zaga de aportes que entregaron estudiosos con Alfonso Villa Rojas, Nelson Reed, Lorena Careaga, Alberto Bartolomé, Paul Sullivan Victoria Bricker, Ueli Hostettler y Valentina Vapnarsky, entre otros más. Es ir entendiendo realidades sociales, históricas y culturales de una región que no es lisa -aunque así diga la topografía-, que tiene rugosidades y que avanza ineluctablemente a la tolerante convivencia con las diversidades.

miércoles, 30 de enero de 2013

La presencia silenciosa

Glodel Mezilas, un académico haitiano que participó en las jornadas del pasado Festival de Cultura del Caribe, advertía a los asistentes en el auditorio Yuri Knorosov de la Universidad de Quintana Roo sobre las preocupantes estrategias chinas de ocupar diversos mercados, en diversos continentes y países, a través de la exportación de su fuerza de trabajo, de sus trabajadores. Honestamente, creo que esa reflexión deslizada en el marco de su conferencia “El Caribe aún no existe: entre la enajenación y el discurso utópico“, pasó desapercibida para la mayoría.
 
Haciendo malabares con un maletón, lap top, una caja con libros y hasta un Dresdnerstollen, me topé en el aeropuerto con un texto que me llamó la atención: La silenciosa conquista china, de Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araujo.  Aquella preocupación de Mezilas fue el vínculo inmediato para adquirir el volumen.  Era la oportunidad de saber qué estaban haciendo los chinos en la economía mundial, luego de que en 2008 se abrieron mediáticamente al mundo con la realización de los Juegos Olímpicos.

Posterior a la muerte de Mao Tse Tung en 1976 y al inmediato encarcelamiento de su esposa y la Banda de los Cuatro, del país de Confucio sólo volvimos a tener noticias en 1989 con la represión de civiles en la Plaza de Tian’anmen.  Poco trascendía al occidente sobre los cambios en política económica que Den Xio Ping había iniciado a finales de la década de los años 80s y que a la postre significaron una apertura comercial hacia el resto del planeta.

Por ello es muy significativo el epígrafe con el que inicia el trabajo de Cardenal y Araujo: “Observar y analizar con calma, asegurar nuestra posición, hacer frente a los asuntos con tranquilidad, ocultar nuestras capacidades y esperar el momento oportuno, ser bueno en mantener un perfil bajo, nunca liderar la reivindicación, llevar operaciones de carácter modesto”. Son palabras pronunciadas por Den Xio Ping en 1990, como parte de la estrategia internacional china.

La silenciosa conquista china es una investigación realizada en 25 países para comprender cómo la potencia del siglo XXI está forjando su futura hegemonía, así se subtitula la obra.

Meses después de la clausura de los XXIX Juegos Olímpicos, quebró el banco inversor Lehman Brothers y con ésto se inició un nuevo papel de China en el escenario mundial. Mientras en Estados Unidos y Europa cerraban empresas y la cesantía de millones de personas era la consecuencia, China emergió comprando deuda y dando generosamente préstamos por doquier. Los autores interpretan esa nueva actitud del país asiático como el paso de una “pérfida dictadura a redentora de la economía mundial”.   Un año después, Barak Obama buscaba una alianza con Hu Jintao para crear un eje económico: China se dio el lujo de no darle importancia a la propuesta.

La cantidad de inversiones del país asiático, múltiples contratos de suministro de materias primas y compra de activos, fueron el inicio de la ofensiva económica. “¿Cómo era esa expansión de China que, a diferencia del músculo militar de otras potencias, basaba su estrategia en el silencio del dinero?”, se preguntan los autores de la obra que edita Crítica, de Barcelona.

Entre el 2005  y el 2011, Pekín invirtió en el mundo la cantidad de 378 mil millones de dólares.  En África, Asia central, sudeste asiático, América del Sur y Central y en el Caribe, China ha tenido inversiones e ingerencia en la infraestructura, el petróleo y gas, la minería, los recursos naturales, la venta de armas, además de sobornos y migración de fuerza laboral.

En la República del Congo la inversión en infraestructura a cambio de minerales; venta de satélites a Venezuela; motorización, venta de armas y combustibles, migración laboral y apoyo político a Cuba; infraestructura e inversiones en Costa Rica, Argentina, India y Rusia; préstamos a Ecuador, Irán. Angola, Kazajistan y Venezuela teniendo como garantía el suministro de petróleo; exportación de fuerza laboral a Egipto; asesoramiento en energía nuclear a Irán;  inversión, extracción de recursos naturales y mineros a Camboya, Tailandia, Myanmar, Perú, Ecuador, Sudáfrica, Mozambique, Sudán y Zambia: son algunos ejemplos de la presencia económica de la nueva potencia del siglo XXI. En carreteras, vías férreas, estadios de futbol, escuelas, hospitales, presas, oleoductos y en viviendas, se puede ver el sello hecho por China. 

El financiamiento para esta estrategia proviene de bancos de desarrollo chinos como son Exim Bank y el China Development Bank, los cuales, entre el 2009 y el 2010, prestaron más dinero al mundo que el Banco Mundial: 110 mil millones de dólares. Según los autores del libro, toda esta financiación ilimitada proviene de los ahorradores chinos: ellos, 1,300 millones de personas, sufren por el sistema chino una represión financiera o una expoliación de sus rendimientos.  Con ese control, ningún sistema financiero occidental puede hacerles frente.

La presencia silenciosa de China, tanto económica como humana, es cada vez más frecuente en países en desarrollo. Además de los productos manufacturados con la etiqueta Made in China, 35 millones de trabajadores chinos se distribuyen en 190 países. Sin embargo, a diferencia de otros grupos migrantes en el planeta, los cuales adoptan la cultura o las costumbres del país de acogida, los chinos “mantienen su sentimiento de pertenencia a una cultura y a una Historia que oficialmente tiene 5 mil años de existencia”. 

Este grupo de migrantes, integrado por peones, ingenieros, costureros, comerciantes, cocineros y empleadores, es vital para la actual economía china. Tan solo en el 2009, casi 800 mil chinos localizados en varias partes del planeta aportaron divisas a su nación por 4 mil millones de dólares: ellos son parte del combustible de las últimas tres décadas que han permitido mantener la enorme fábrica del mundo y así lograr un crecimiento del 8% anual.

La gigante China ya camina con paso firme por el planeta, sus pasos comienzan a causar movimientos tectónicos.  Con su modelo pragmático de veni, vidi, actio, el coloso distribuye aparentes beneficios como colación navideña en países en desarrollo. Pero quedan preguntas y primeras respuestas que resultan de la investigación hecha por Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araujo:   ¿quién capitaliza, en verdad las oportunidades que China ofrece?, ¿qué riqueza genera el dineral invertido por los chinos?, ¿se benefician las poblaciones locales?

“Las comunidades donde se han instalado estas corporaciones, no se sienten beneficiadas… el gigante no siempre es bienvenido. La negativa percepción se alimenta de las nefastas condiciones laborales que son denominador común en los proyectos chinos, la nula sensibilidad medioambiental, la exigua transferencia tecnológica a la población local y, en general, en el convencimiento de que China está allí únicamente en su propio beneficio”.